lunes, 31 de enero de 2011

Sesión 33: Amamos a los demás como hermanos

Hemos aprendido a amar en familia. Allí descubrimos qué es un padre y una madre. Comprendemos qué significa ser amado. Y también podemos comprender entonces qué significa que Dios sea nuestro Padre y que Jesús sea nuestro hermano. 


Saber qué es una familia es importante, porque así podemos comprender que Jesús haya querido ser nuestro hermano y nos haya enseñado que todos los hombres somos hermanos. 


¿Por qué somos hermanos todos los hombres? Los hombres somos hermanos porque Dios nos ha creado a todos de la nada y nos ha hecho a su imagen y semejanza. Además, el Verbo se ha hecho carne. Eso significa que el Hijo de Dios ha querido ser nuestro hermano. Y si Jesús es nuestro hermano, todos somos hermanos unos de otros. Pero sobre todo somos hermanos porque Jesús ha muerto para la salvación de todos los hombres. Él ha dado la vida por todos. Cada uno -con independencia de su raza, de su religión, de su condición social o de la época en que haya vivido- vale toda la sangre de Cristo y, por eso, merece ser amado también por los demás. 


En el Antiguo Testamento, Dios nos enseñó a amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo. Pero, no estaba claro quién era el prójimo de cada uno. Para los judíos, el prójimo era únicamente el que pertenecía al Pueblo elegido. Los gentiles -es decir, los que no pertenecían al Pueblo de Dios- no eran "prójimos" de los judíos y por eso éstos podían despreciarlos e incluso odiarlos. 


Jesús, en cambio, enseñó a sus discípulos el mandamiento nuevo: "Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. En eso conocerán que sois mis discípulos" (Jn 13, 31). Y para que estas palabras quedasen claras y fuesen comprendidas:


1. Instituyó la Eucaristía o fracción del pan. Pidió a sus discípulos que hicieran lo mismo, es decir, que celebraran la fracción del pan en memoria de su pasión, muerte y resurrección. ¿Qué significa la fracción del pan? Muy sencillo, hay que aprender todos los días a vivir para los demás y a estar dispuestos a dar la vida por ellos. Antes de comulgar, en Misa, nos damos la mano para indicar que somos hermanos. No podríamos acercarnos al altar para recibir a Jesús en la comunión si no perdonásemos a nuestros hermanos o cultivásemos sentimientos de odio o de rencor.


2. Lavó los pies de sus discípulos. Lavar los pies era una tarea propia de esclavos o de servidores. Pero Jesús, que es el Señor y el Maestro, quiso enseñarnos que todos los hombres son importantes y que no hay mayor grandeza que la de servir a los demás. 

3. Nos contó la parábola del buen samaritano. 
"Se levantó un legista, y dijo para ponerle a prueba: «Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia vida eterna?» Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?» Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo». Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás». Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?» Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva." ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Jesús le dijo: «Vete y haz tú lo mismo»". (Lc 10, 25-37)

Un sacerdote y un levita "pasaron de largo" y no ayudaron al herido, porque no querían complicaciones. En cambio, un "samaritano" -los judíos y los samaritanos se odiaban entre sí, por lo general- tuvo misericordia con un desconocido e hizo con él lo mismo que hubiera deseado que otros hicieran con él mismo. Para el samaritano, ese herido era su propio hermano. Esta es la enseñanza. Y nosotros comprendemos que eso mismo es lo que Jesús hizo con nosotros. Éramos enemigos de Dios, estábamos esclavizados por el pecado y dominados por el demonio. Sin embargo, Jesús nos amó hasta el punto de dar su vida por nosotros.


¿Quieres saber algunas consecuencias de la fraternidad que nos ha regalado Jesús?

1º. En primer lugar, que quien diga que ama a Dios, a quien no ve, pero odia a alguno de sus hermanos, a quienes ve, es un mentiroso.


2º. En segundo lugar, que no podemos esperar el perdón de nuestros pecados si no somos capaces de perdonar a nuestros hermanos los hombres. Así lo rezamos en el Padrenuestro: "perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a quienes nos ofenden".


3º. En tercer lugar, que los cristianos no tenemos ningún enemigo: estamos siempre dispuestos a perdonar a todos, como Jesús nos enseñó desde la Cruz: "Padre, perdónales porque no saben lo que hacen". Perdonó a los que estaban crucificándole.


4º. En cuarto lugar, no debemos ser nunca chivatos, porque es una falta de lealtad: no seremos chivatos  en casa con nuestros hermanos ni en clase con nuestros compañeros. Si alguno hace alguna cosa mal, le corregiremos directamente. No debemos juzgar a los demás: el único que podría juzgar a los demás es Jesús y, sin embargo, no ha venido a condenarnos sino a salvarnos.


5º No sólo queremos a los demás, sino que también respetamos sus bienes, como nos mandan el séptimo Mandamiento de la Ley de Dios al prohibir el robo, y el décimo al prohibir que codiciemos los bienes ajenos. 


6º. Los cristianos somos amigos de la verdad, porque somos discípulos de Cristo. La mentira y la falsedad son propias de los amigos de Satanás. Los demás tienen derecho a la verdad. La verdad es luz. La mentira es oscuridad y tiniebla. El octavo mandamiento enseña: "No darás falso testimonio ni mentirás". 


Fórmulas de la fe


56. ¿Qué hace en nosotros el sacramento de la Confirmación?


Por la Confirmación, los bautizados recibimos más plenamente el Espíritu Santo, nos unimos más a Jesucristo y a su Iglesia y somos enviados a anunciar el Evangelio.


57. ¿Qué es pecar?


Pecar es decir "no" al amor de Dios, desobedeciendo sus Mandamientos. 

Sesión 10: Jesús, el Mesías, nace en Belén

¿Cuál es el mejor negocio de este mundo?

Es ésta una buena pregunta que el catequista puede dirigir a los niños. Después de que hayan hablado ofreciendo sus respuestas, se les puede dar una: comprar a una persona por lo que vale y venderla por lo que cree que vale. Con mucha frecuencia, los hombres nos consideramos mucho mejor de lo que somos y tendemos a despreciar a los demás. La soberbia o el orgullo nos ciegan. Agrandamos nuestros virtudes y estamos ciegos para ver los defectos. Vemos la mota de polvo que hay en el ojo del prójimo y no advertimos la paja que hay en el nuestro.

¿Cuál es el peor negocio de este mundo? El que ha hecho Jesucristo, quien siendo Dios ha querido encarnarse, es decir, hacerse hombre, haciéndose semejante a nosotros en todo excepto en el pecado. Él nos ha entregado su Vida, convirtiéndonos en Hijos de Dios, mientras que a cambio ha recibido nuestra pobre condición humana, sujeta a la enfermedad y a la muerte.

En realidad, Jesús no ha venido a la Tierra para hacer un negocio, sino para salvarnos a todos. Ese ha sido para nosotros el mejor negocio del mundo, puesto que siendo hombres estamos invitados a tener una Vida eterna de felicidad en el Cielo.

Él nos abre las puertas del Cielo y en cambio nosotros le dejamos nacer en un establo. Porque ésta es otra maravilla, el que Dios haya querido nacer en un establo. Jesús es Dios. Luego Dios nació en un establo.

Le envolvieron en unos pañales y le recostaron en un pesebre, una "cuna" improvisada en la que habitualmente comían los animales. Los pesebres suelen estar en los establos, lugar donde viven los animales.
Deberíamos estar maravillados ante este hecho extraordinario. Dios ha nacido en un establo. ¿Es éste el nacimiento que le conviene a Dios?

Un niño le preguntó a su padre: "Papá, ¿por qué nació Jesús en un establo?" He aquí una pregunta difícil de contestar. Hay muchas razones para responder a ella y algunas de ellas son contradictorias o por lo menos parecen incompatibles.

Dios es omnipotente y pudo nacer como quiso. Si lo hizo en Belén y en un establo, eso es precisamente lo que quiso. Nació en Belén porque le dio la gana. He aquí una respuesta que tiene un importante fundamento: desde el momento en que nació en un establo, estamos ante una lección de Dios a la Humanidad. Una lección de humildad, de sencillez, de pobreza, de solidaridad, de esperanza. Qué bien nos viene rezar y contemplar el misterio de Dios nacido en un establo. Nunca agotaremos la riqueza que se encierra en él.

Si Jesús quiso nacer en un establo, también tenemos que admitir que ése es el nacimiento que le convenía a Dios.

Sin embargo, ¿es absolutamente cierto que Dios quiso nacer en un establo? ¿No es más exacto decir que Dios nació en un establo porque sus padres no encontraron otro lugar mejor para que Jesús viniera al mundo?

"Los suyos no le recibieron"
San Juan explica que el Verbo "vino a los suyos, pero los suyos no le recibieron" (Jn 1, 11). Palabras terribles que nos ponen ante la realidad: Dios hubiera querido otro nacimiento para su Hijo, puesto que hubiera deseado que "los suyos" le hubieran acogido. Si le hubiera recibido en sus casas, no habría sido necesario ir a nacer en un establo.

¿Quiénes son "los suyos"?

Los suyos pueden ser en primer lugar los descendientes de David. José fue a empadronarse a Belén, porque ésta era la ciudad de David. Si José se presentó ante estos parientes para que ellos dieran cabal cumplimiento a las promesas mesiánicas, el caso es que ellos "no le recibieron".

Los suyos son también los habitantes de Belén. María y José buscaron un ambiente adecuado, una casa que les pudiera albergar, pero no lo encontraron. "No había lugar para ellos en la posada", dice lacónicamente san Lucas.

Los suyos son los israelitas, que no le recibieron.

Los suyos son los hombres, que siguen sin recibirle.

Los suyos somos nosotros, que tantas veces no le recibimos. Esperamos en Dios, buscamos su cercanía, pero muchas veces cuando Él viene a nosotros no tenemos lugar para Él y le alejamos de nuestras casas y de nuestros corazones.

En definitiva, Dios quiso nacer en un establo para que nos demos cuenta de que no había para Él otro lugar en el que nacer. No le dejamos sitio. No queremos que Él reine entre nosotros. Así que Dios sigue naciendo en nuestros días en un establo. 

En Belén, Jesús nos da muchas enseñanzas. Nos enseña que ha querido ser pobre y que quiere especialmente a los pobres. Nos enseña también que ha venido a sufrir y que nos salvará con su sufrimiento.

¿Qué es lo primero que hace un bebé en el momento de nacer?

Existe una palabra específica para ello: el vagido, es decir, el gemido o llanto propio del recién nacido. Tiene algo de grito estridente. Está causado por el dolor que produce la expansión de las pleuras pulmonares, que se hinchan como un globo con la primera respiración. Eso es muy doloroso. Y el niño grita con todas sus fuerzas.

A mí me gusta considerar que el primero y el último de los actos de Jesús sobre la Tierra fueron precisamente un grito. Desde ese momento, para que no nos quepan dudas de sus intenciones, Jesús se solidariza con todos los hombres y las mujeres que sufren, cualesquiera que sean las razones o la naturaleza de ese sufrimiento.

Ese grito es tan poderoso -es el grito del Hijo de Dios- que " traspasará las nubes y no reposará hasta que llegue, ni se retirará hasta que el Altísimo le mire" (Ecl 35, 20). Ese grito no ha dejado de resonar, porque se ha unido a las angustias de cada generación. Jesús grita en nosotros. Nos pide que también nosotros gritemos con Él y con todos cuantos sufren. Ese grito es todopoderoso.

Grita: "Basta ya" para que cese el mal en el mundo, para que los corazones de piedra se rompan y se conviertan. El dolor se convierte en gozo al saber que es un grito eficaz.

martes, 25 de enero de 2011

Sesión 32: Aprendemos a amar en familia

Trinidad del Cielo
Dios es familia. Dios es Amor. Ya hemos visto que el amor y la familia están muy unidos. Tres Personas distintas son un solo Dios verdadero. Es el Amor el que hace que los Tres sean Uno, la Familia divina.

Dios ha querido hacerse hombre naciendo en una Familia. Jesús, María y José son la Sagrada Familia. Son una familia humana. Dios ha querido dejarnos esta familia suya como modelo de todas las familias. Jesús aprendió a rezar, a trabajar, a jugar y a amar en su casa de Nazaret. José y María no le enseñaron sólo a ser un buen hombre, sino que le recordaron siempre que Él es el Hijo de Dios, el Mesías, el Salvador.

La Sagrada Familia es la Trinidad de la Tierra que nos recuerda siempre que nuestra Casa, para la que hemos sido creados, es la Trinidad del Cielo.

Trinidad de la Tierra
Pero la Sagrada Familia también nos recuerda que todas las familias son el lugar -el hogar- en el que aprendemos a amar, es decir, nos entrenamos a vivir como hijos de Dios.

Pero para eso es necesario que las familias respeten la Ley de Dios, es decir, que vivan según dispuso Dios Creador al principio de la Creación.

No cualquier unión de personas es una familia. En el libro del Génesis, Dios dio el poder de hacer la familia a la primera pareja humana, Adán y Eva. Les bendijo diciendo:

"Sed fecundos y multiplicaos, y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves de los cielos y en todo animal que serpea sobre la tierra"» (Gn 1, 28).

Esto significa que la familia está construida sobre el matrimonio. El matrimonio es la unión del hombre y de la mujer que se entregan el uno al otro en alianza para constituir la familia.

Aunque haya gente que quiera admitir otros tipos de matrimonio, tú no les hagas caso. Tampoco hagas caso aunque lo diga la ley. En España, por ejemplo, se han permitido las uniones de dos hombres entre sí o de dos mujeres. Los llaman matrimonios homosexuales. Dios no bendice esas uniones y por tanto no son familia. Los niños tienen derecho a nacer en una familia en la que haya un papá y una mamá. No es posible tener dos papás como tampoco dos mamás.

La Segunda Tabla de la Ley de Dios comienza con el Cuarto Mandamiento: "honrarás a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la Tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar" (Ex 20, 12). Los papás son los primeros representantes de Dios Padre y por eso sus hijos les deben respeto y obediencia. Este precepto obliga también a que los esposos y los hermanos se honren entre sí. A las personas que más debemos amar es a los que viven en nuestra familia. Si amamos a nuestros hermanos, a los abuelos, a los primos, a los tíos, etc. aprenderemos también a amar a los demás hombres, como nos ha enseñado Jesús: todos los hombres somos hermanos, porque todos somos hijos de Dios.
La familia cristiana es Iglesia doméstica

Cuando los esposos son bautizados, su matrimonio es uno de los  Sacramentos de la Nueva Alianza y la familia que ellos hacen es una Iglesia doméstica, es decir, su casa es sagrada y Dios está con ellos. En esta Iglesia doméstica los niños reciben los Sacramentos de la Iniciación cristiana: el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía; aprenden a rezar y se les anuncia la Palabra de Dios de labios de sus padres, que son los primeros educadores y los primeros catequistas.


Fórmulas de la Fe


54. ¿Cuáles son los Sacramentos que nos inician en la vida cristiana?


Los Sacramentos que nos inician en la vida cristiana son: Bautismo, Confirmación y Eucaristía.


55. ¿Qué hace en nosotros el Sacramento del Bautismo?


El Sacramento del Bautismo nos hace hijos de Dios a imagen de Jesús y miembros de la Iglesia. Por el Bautismo somos lavados del pecado original, morimos a todo pecado y nacemos a una Vida nueva.


lunes, 24 de enero de 2011

Sesión 9: María, Madre de Jesús y Madre nuestra

Hay un solo Dios. En Dios hay tres Personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Este es el misterio de la Santísima Trinidad, es decir, una verdad tan grande que no puede entrar en nuestra cabeza. Es como el mar: aunque quisiéramos no podría entrar en un cubo, ni tampoco en una piscina... pues así ocurre con los misterios de Dios y nosotros. Es como el sol: tú no puedes mirarlo directamente, porque te quemaría. Habría demasiada luz para tus ojos. Pues nuestra inteligencia no puede comprender ese Misterio porque es también demasiado luminoso. Entendemos alguna cosa, pero es mucho más lo que no podemos comprender.

Dios es una familia: tres Personas divinas que se quieren tanto que son un solo Dios. El Padre es Dios. El Hijo es Dios. El Espíritu Santo también es Dios. Los tres son eternos. Nadie los hizo, ni hubo un antes ni un después. Los tres son Todopoderosos, es decir, lo pueden todo.

Dios nos ha creado para que un día también nosotros estemos en esa Familia. ¿Cómo puede ser eso? Pues Dios envió a su Hijo para que se hiciera hombre y para que los hombres nos convirtiéramos en Hijos de Dios.

Dios quiso que su Hijo naciera en una familia perfecta y que tuviera unos Padres muy buenos. Dios pensó en la Virgen María y en en san José para que fueran los papás de Jesús.

Todos los hombres tienen una madre. También Jesús nació de una madre, la Virgen María. Fíjate bien: como Jesús es Dios, la Virgen María es llamada con razón la Madre de Dios. Éste es otro misterio: cómo puede ser que una criatura humana pueda llegar a ser Madre de Dios, que es eterno. Bueno, la Virgen de María es la Madre de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad que se ha querido encarnar en las entrañas purísimas de la Virgen María.

¿Cómo fue esto? Pues Dios quiso pedirle permiso para comenzar a vivir en el vientre de su Madre. Le envió un arcángel llamado Gabriel para que le anunciara este misterio: "No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Éste será grande: se llamará Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará eternamente sobre la casa de Jacob y su reino no tendrá fin" (Lc 1, 30-33).

Después de haberle explicado cómo iba a suceder, María le respondió: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38). Y así sucedió: Jesús estuvo en las entrañas de su Madre durante nueve meses.

Nosotros no hemos podido elegir a nuestras madres, puesto que hemos comenzado a existir sin que nadie nos haya pedido permiso. En cambio, Jesús sí pudo elegir a su Madre. Pudiendo elegir a su Madre es lógico que la eligiese muy buena y muy hermosa: la mejor Madre del mundo.

Así quiso que su Madre no tuviese ningún pecado desde el primer momento de su existencia: por eso a la Virgen María se la conoce también por el nombre de la Inmaculada Concepción, es decir, la que fue concebida desde el primer instante sin ninguna mancha de pecado.

Además, la Virgen María fue asunta al Cielo en cuerpo y alma sin experimentar la corrupción. Es lógico que Jesús quisiera llevársela al Cielo en seguida. De esta manera, Dios nos está diciendo que también nosotros al final de los tiempos resucitaremos de entre los muertos y seremos llevados al Cielo en cuerpo y alma. La Virgen María no ha de esperar hasta el fin de los tiempos, sino que ha sido llevada ya directamente al Cielo al acabar sus días en la Tierra.




Por último, cuando Jesús estaba colgado en la Cruz a punto de morir quiso darnos a María como Madre nuestra. Al Apóstol san Juan le dijo: - Hijo, aquí tienes a tu Madre. Y a la Virgen María: - Mujer, aquí tienes a tu hijo. María y Juan comprendieron que Jesús quería que nosotros tuviéramos a María como Madre nuestra. Gracias a ella nosotros podemos creer en Dios y también nuestra fe crece con ella. La Virgen María es nuestra Madre del Cielo y, por tanto, nos acompaña en el camino y nos ayuda, intercede por nosotros a Dios.

FÓRMULAS DE LA FE

13.  ¿Quién nos ha revelado el misterio de la Santísima Trinidad?

Jesús, el Hijo de Dios, es quien nos ha revelado este Misterio. Él nos enseña que Dios es amor y nos lo da a conocer.

14. ¿Por qué decimos que Dios es nuestro Padre?

Decimos que Dios es nuestro Padre, porque nos ha creado, cuida de nosotros y, llevado por su amor, quiere hacernos hijos suyos a imagen de su Hijo Jesucristo.

jueves, 20 de enero de 2011

Padres de 3º: Tercera semana de Enero

Pido disculpas por no haber escrito esta entrada cuando le correspondía. Intentaré enmendarme a partir de ahora. Hoy, un niño me ha preguntado cuál era la oración que tocaba esta semana. Su madre quería saberlo. Esto me ha bastado para cargar pilas y volver al ataque.

La síntesis final de la sesión 30 de Jesús es el Señor es toda una lección:

LOS MANDAMIENTOS SON EL CAMINO DE UNA VIDA LIBRE PARA AMAR

Dos ideas: el cumplimiento de los mandamientos asegura la libertad del espíritu, pero esta libertad tiene como finalidad el amor. Por esa razón, esta verdad se puede formular al revés, como hizo San Agustín cuando afirmó: Ama y haz lo que quieras. Si amas de verdad, es decir, si buscas el bien de los demás con determinación y constancia estarás en el camino y harás lo que quieras, es decir, vivirás la verdadera libertad, que es una libertad para amar, para el bien.

Esta semana toca enseñar a tus hijos las Bienaventuranzas.

Bienaventurados los pobres de espíritu: porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos: porque ellos poseerán la tierra.
Bienaventurados los que lloran: porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán saciados
Bienaventurados los misericordiosos: porque ellos obtendrán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón: porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los pacíficos: porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que sufren persecución por la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos. 



Explicar las bienaventuranzas no es fácil, porque parecen un contrasentido. Se trata de enseñar a los niños que la verdadera felicidad no se encuentra en las cosas que hacemos nosotros, sino sobre todo en el hecho de que Dios nos ame y nos haya prometido la vida eterna de felicidad en el Cielo. Por esta razón, cuando descubrimos motivos para estar tristes (la pobreza, la violencia que sufrimos, las ganas de llorar, el hambre y la sed de justicia, etc) en realidad en ese momento tenemos que alegrarnos porque unidos a Jesús esos sufrimientos son nuestro camino para el Cielo. 

martes, 18 de enero de 2011

Sesión 31: Amamos a Dios sobre todas las cosas

La relación de Dios con los hombres ha sido siempre muy difícil. Los hombres somos egoístas y pecadores y no estamos dispuestos a reconocer ni respetar la libertad de Dios.

Dios es nuestro Creador. Nosotros somos sus criaturas.

Idolatría
Él podría someternos y obligarnos a que dobláramos nuestras rodillas y le adoráramos. Eso es lo que hacían algunos emperadores: se hacían pasar por dioses y exigían a sus súbditos una adoración que sólo es debido a Dios. Dios no quiere de ninguna manera que le adoremos como hacen los esclavos con sus señores de la tierra.

Dios es nuestro Padre y nos ha creado para que seamos sus hijos. Sin embargo, los hombres no queremos ser hijos de Dios. Desde que Adán y Eva pecaron, la Humanidad huye del Dios verdadero y se busca otros dioses, en los que depositar su confianza y sus esperanzas.

Dios entregó a Moisés las Tablas de la Ley que contenían los diez Mandamientos. En la primera Tabla estaban los tres primeros Mandamientos de la Ley de Dios. Estos tres preceptos son los más importantes porque nos dicen cómo debemos tratar a Dios:

1º) Amarás a Dios sobre todas las cosas, con todas tus fuerzas.
2º) No dirás el nombre de Dios en vano.
3º) Santificarás las fiestas.

¿Por qué nos exige Dios que le amemos sobre todas las cosas? ¿Se puede exigir el amor?

Dios nos exige que le amemos sobre todas las cosas, porque Él nos ha amado primero. No sólo nos ha creado de la nada, además nos ha dado el mundo para que lo cuidemos y disfrutemos de él, nos creó para el cielo en una vida de felicidad eterna, nos envió a su Hijo.

¿Pueden tus padres exigirles que les quieras? Pues claro que sí. Ellos te han traído al mundo, te han dado todas las cosas que tienes, te quieren siempre aunque te portes mal con ellos.

Pues Dios es tu Padre del Cielo y te quiere mucho más que lo que todas las madres del mundo quieren a sus hijos. Tiene derecho a pedirte que le ames y lo hace por favor. No quiere obligarte. Jesús desde la Cruz nos anima a que queramos a Dios y a que tengamos confianza en Él.

El amor a Dios sobre todas las cosas se puede decir en una palabra: ADORACIÓN. Es el amor máximo y supremo.

¿Cuáles son los gestos de la adoración? Hay muchos:

El respeto y el silencio en los lugares sagrados. La genuflexión a la Eucaristía. La reverencia a los objetos sagrados. Los besos que damos a las imágenes de Jesús cuando en Navidad el sacerdote nos lo presenta para que le adoremos de esa manera. Ponernos de rodillas para recibir la absolución del sacerdote.

El día sel Señor es el Domingo. En ese día los cristianos celebramos la Resurrección de Cristo. Por esta razón, la Iglesia ha establecido el mandamiento de oír misa entera todos los domingos y fiestas de guardar. Es muy importante que manifestemos nuestro amor a Dios celebrando las fiestas en las que Él nos ha demostrado su gran amor.

Lo que la Iglesia quiere no es que la obedezcamos a ella cumpliendo el precepto dominical. Lo que quiere es que adoremos a Dios sobre todas las cosas y que celebremos con amor agradecido nuestra Salvación. Vamos a Misa para cargar la "batería" de nuestro corazón y llenarnos del Amor de Dios. Por eso el domingo es un día en que los cristianos no sólo no trabajamos sino que lo dedicamos a estar con las personas que queremos: la familia, los amigos, sin olvidarnos de los enfermos y necesitados.

Las fórmulas de la Fe

51. ¿Jesús está presente hoy entre nosotros?

Jesús está presente hoy entre nosotros cuando la Iglesia ora, proclama la Palabra de Dios y celebra los Sacramentos, particularmente la Eucaristía. También está presente en todos los hombres, sobre todo entre los más pobres y entre los que sufren.

52. ¿Qué sucede cuando la Iglesia celebra los Sacramentos?

Cuando la Iglesia celebra los Sacramentos nos encontramos con Cristo resucitado y recibimos la gracia del Espíritu Santo.


53. ¿Cuáles son los siete Sacramentos?


Los siete Sacramentos son: el Bautismo, la Confirmación, la Eucaristía, la Reconciliación, la Unción de los enfermos, el Orden sacerdotal y el Matrimonio.

lunes, 17 de enero de 2011

Sesión 8: preparad el camino al Señor

Dios es Amor. Dios es Familia.

Nosotros hemos sido creados para Dios, para ser hijos de Dios.

¿Cómo podemos convertirnos en Hijos de Dios, si somos únicamente hombres? Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, se ha hecho hombre y nos ha abierto el camino para el Cielo. Quien cree en Jesús y se bautiza se convierte en hijo de Dios. En realidad, Jesucristo es el único camino que lleva al Cielo: Él es el Camino, la Verdad y la Vida.

Sin embargo, es posible hablar de algunos caminos que nos llevan a Jesús. Eso es lo que significa "preparar el camino al Señor". Jesucristo viene a buscarnos y nosotros salimos a recibirle. Hoy vamos a ver cuáles son esos caminos:

El primero de los caminos que nos preparan para recibir al Señor es la Familia. Ya desde el principio de la Creación, Dios dispuso que la familia fuese fruto del amor del hombre y de la mujer que se entregan el uno al otro en alianza irrevocable. Hemos sido creados por el Amor y para el Amor. En la Familia es donde aprendemos a amarnos los unos a los otros: tratamos con reverencia a nuestros padres y respetamos a nuestros hermanos y nos preparamos para recibir la vocación con la que nos llama Dios a cada uno de nosotros. En la Iglesia las dos principales vocaciones son éstas: el sacramento del Matrimonio y el sacramento del Orden. En la vida de Familia nos preparamos para descubrir cuál es la vocación a la que nos llama el Señor.

El segundo gran camino que nos prepara para recibir al Señor es el cumplimiento de los Mandamientos de la Ley de Dios. Estos mandamientos están inscritos en el corazón de los hombres, pero como todos nacemos con el pecado original su conocimiento a veces no es fácil y nos cuesta también cumplirlos. Por esa razón, Dios dio a Moisés las Tablas de la Ley con el Decálogo, es decir, con los diez Mandamientos que todos deberían cumplir para que pudieran poseer la Tierra Prometida. Los diez Mandamientos son el camino que nos conduce hacia el Cielo.

El tercer gran camino es el del testimonio cristiano o Apostolado. Efectivamente, Jesucristo dio a los discípulos un Mandamiento Nuevo: que os améis los unos a los otros como yo os he amado. No basta con que los discípulos de Jesús nos amemos como a nosotros mismos, sino que la medida de nuestro amor es la establecida por Jesucristo, esto es, debemos amarnos los unos a los otros sin medida, entregándonos, sacrificándonos a nosotros mismos. Si nosotros creyéramos en Jesucristo pero no cumpliéramos este Mandamiento Nuevo no seríamos creíbles, es decir, la gente tampoco creería en Jesucristo por culpa nuestra. En cambio, si nos amamos los unos a los otros como el Él nos ama, entonces todos sabrán que somos discípulos de Jesús y también ellos creerán en Él. Con nuestras buenas obras, nuestro ejemplo y con nuestro amor al prójimo preparamos los Caminos al Señor.

Los que mejor han preparado el Camino al Señor son los Mártires de la Fe. Mártir significa "Testigo". Los mártires han sido testigos de Dios. Cuando se habla de mártires todos pensamos en los que dieron la vida por Cristo en la época de los romanos. Sin embargo, es menos sabido que la época en la que ha habido más mártires de la fe es el siglo XX. También hoy hay personas que prefieren morir antes que renunciar a la Fe en Cristo.

Las fórmulas de la Fe


10. ¿Qué profesamos en el Credo?


En el Credo profesamos la fe en Dios, por quien todo existe, y en su plan de Salvación para todos los hombres.


11. ¿Cuál es el centro de la Fe cristiana?


El centro de la fe cristiana es el misterio de la Santísima Trinidad.


12. ¿Qué nos revela el misterio de la Santísima Trinidad?


El misterio de la Santísima Trinidad nos revela que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son un solo Dios. Así se manifiesta que Dios es Amor.

martes, 11 de enero de 2011

Sesión 30 de Jesús es el Señor. Llamados a vivir como hijos de Dios

La Iglesia nació el domingo de Pentecostés. En ese día, los Apóstoles estaban reunidos junto a María, la Madre de Jesús, en Jerusalén.

La Fiesta de Pentecostés es una fiesta judía y cristiana.

La fiesta judía de Pentecostés.


Pentecostés significa "cincuenta días", porque se celebra exactamente cincuenta días después de la Pascua. El día de Pascua, los judíos fueron llevados por Moisés al desierto, cruzando el Mar Rojo.

Allí en el desierto, el pueblo judío sobrevivió gracias a Dios que lo cuidaba y protegía: les daba de comer el maná, les dio de beber con agua salida de un roca, les protegía del sol mediante la nube que estaba sobre el campamento día y noche. En el desierto, Dios les manifestaba su predilección: ellos eran el Pueblo de Dios, el Pueblo Elegido en el que nacería el Salvador del mundo.

En el desierto ellos deberían a aprender a comportarse como pueblo de Dios. Como no se portaron bien, Dios no les dejó entrar en la Tierra Prometida. Tardaron cuarenta años en llegar allí. Durante esos cuarenta años, Dios les estuvo enseñando cómo deberían comportarse.

Para eso les entregó las Tablas de la Ley, es decir, los Diez Mandamientos de la Ley de Dios o Decálogo. Al hacerlo, estableció con Moisés una Alianza, que selló con un sacrificio y con un banquete.

Esta Alianza se llama también Testamento, porque Dios les dijo qué tenían que hacer: cumplir los Mandamientos de la Ley de Dios.

Los Mandamientos de la Ley eran un camino que les llevaría a la Tierra Prometida. Esos Diez Mandamientos se podían resumir en dos: amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo.

En la Fiesta de Pentecostés se celebra la entrega del Decálogo y la Alianza de Dios con Moisés. Dios se comprometió a llevar a su Pueblo a la Tierra Prometida y a enviar al Mesías.

Estos Mandamientos indicaban el camino que hay que seguir, pero no les daba a los hombres la fuerza para caminar por ese camino. Además, los corazones de los hombres eran fríos y duros. Muchas veces se olvidaron de Dios y protestaban contra Moisés. Mientras Moisés estaba en el monte Sinaí recibiendo las Tablas de la Ley, el pueblo construyó un becerro de oro, es decir, un ídolo al que adorar y al que pedir la ayuda necesaria. Los profetas anunciaron que llegaría un tiempo en que los corazones de los hombres dejarían de ser de piedra, para convertirse en corazones de carne, capaces de amar de verdad.

La fiesta cristiana de Pentecostés


Las promesas de los profetas se cumplieron en la Nueva Alianza. Jesucristo entregó la vida muriendo en la Cruz para el perdón de los pecados y para convertir los corazones de los pecadores en corazones nuevos: corazones capaces de amar, corazones dignos de los hijos de Dios.

Cincuenta días después de la Pascua, es decir, de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, el Espíritu Santo fue enviado sobre los Apóstoles. Antes de ese día, estaban asustados y tenían miedo de salir a la calle. Los judíos, que habían matado a Jesús, podían también perseguirles a ellos.

Sin embargo, el Espíritu Santo se posó sobre sus cabezas en forma de lenguas de fuego y comenzaron a hablar en lenguas y a dar testimonio de Cristo sin ningún temor. En ese día tan grande, fueron bautizados varios miles de personas.

Si en la antigua fiesta de Pentecostés Dios entregó unas tablas de piedra, en esta Nueva fiesta de Pentecostés Dios entregó el Espíritu Santo para convertir a los hombres en Hijos de Dios. Ahora la Ley de Dios no está fuera sino dentro de los corazones de los cristianos, que no sólo saben cuál es la Ley de Dios sino que además tienen al Espíritu Santo que les ayuda con su gracias a vivir y cumplir los Mandamientos.

Ahora los cristianos pueden cumplir el Mandamiento Nuevo que Jesús ha mandado a sus discípulos: "Un mandamiento nuevo os doy, que os améis los unos a los otros como yo os he amado". Además Jesús nos explicó que ésta sería la señal que distinguiría a los cristianos. Una señal ayuda a distinguir una cosa de otra. En los rebaños, las ovejas tienen una señal hecha con un hierro al rojo vivo para que sus dueños las distingan. La señal del cristiano es la señal de la Cruz: somos capaces de amarnos los unos a los otros como Cristo nos ha amado, es decir, somos capaces de dar la vida los unos por los otros. "La señal por la que conocerán que sois discípulos míos será que os amáis unos a otros" (Jn 13, 34-35).


49, ¿Qué es el purgatorio?
El Purgatorio es el sufrimiento de los hombres que han muerto en paz con Dios, pero que tienen que ser purificados de sus pecados antes de participar en la felicidad del Cielo.
50. ¿Qué significa la palabra “Amén” con la que termina el Credo?
Decir “Amén” significa que creemos las palabras, las promesas y los Mandamientos: que nos fiamos totalmente de Él.

lunes, 10 de enero de 2011

Sesión 7 de Jesús es el Señor: Dios Padre cumple su promesa

Todos los pueblos han tenido sus dioses. Los hombres han sido creados para vivir eternamente y por eso de manera natural buscan a Dios. Las religiones humanas son un intento de encontrar a Dios por parte de los pueblos.

Pero la religión cristiana es distinta. No es el cristiano quien busca a Dios, sino al revés. Es Dios quien busca a los hombres, para decirles los mucho que nos ama.

Ya hemos visto en la anterior sesión - Dios Padre nunca nos abandona- que el amor de Dios es más fuerte que la muerte y que el pecado. Nos perdonó que le hubiéramos echado fuera del Paraíso y prometió a Adán y a Eva que enviaría al Salvador.

Dios hizo una Alianza con Abraham, Isaac y Jacob, diciéndoles que enviaría a un Salvador y que a sus descendientes les iba a dar la Tierra Prometida. Más tarde envió a Moisés para que salvara a su pueblo de la esclavitud de Egipto. Dios cumplió su promesa y liberó a su Pueblo. Estuvieron cuarenta años en el desierto, porque allí Dios y su Pueblo podían conocerse mejor. Dios estaba con ellos continuamente. Ellos eran su Pueblo y Él era su Dios. El Dios de Israel es un Dios fiel, que siempre cumple sus promesas y que está siempre dispuesto a perdonar porque es rico en misericordia.

Dios es fiel porque es Amor. Dios ama con un amor infinito. Él nos ama siempre y está siempre dispuesto a perdonarnos.

Para que comprendamos qué significa ser fiel, Dios se presentó como el Esposo de su pueblo. Entre Dios e Israel se había establecido una Alianza, es decir, un pacto de amor como el que realizan los hombres y las mujeres que se casan. Cuando dos personas se casan, comienzan a vivir juntos.

Eso es lo que hizo Dios con nosotros. Cuando Jesús nació en Belén, comenzó a vivir con nosotros para siempre. Jesús es el Salvador, es decir, Dios con nosotros. Jesús vive en su Iglesia como un esposo vive con su esposa. El amor de Jesús por su Iglesia es fiel y nunca nos abandonará: después de morir en la Cruz, resucitó de entre los muertos y subió al Cielo en cuerpo y alma. Desde el Cielo nos envió al Espíritu Santo para que nos lleve hacia Él, que nos está esperando.

Así como Moisés llevó a los israelitas a través del desierto hacia la Tierra Prometida, así también el Espíritu Santo conduce a la Iglesia por el desierto de este mundo hacia el Cielo, en donde nos espera Jesús. Dios cumple siempre sus promesas.

Pero recuerda que el Cielo es sólo para los que quieren y cumplen los Mandamientos de la Ley de Dios. Dios es fiel, pero quiere que seamos fieles nosotros también.

La Alianza que hizo Dios con Moisés consistía en un juramento, un sacrificio y un banquete.

El juramento era la promesa de que Dios salvaría a su pueblo y le daría la posesión de la Tierra. "Yo invoco hoy por testigos a los cielos y a la tierra de que os he propuesto la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge la vida para que vivas, tú y tu descendencia, amando a Yavé, tu Dios, obedeciendo su voz y adhiriéndote a Él, porque en esto está tu vida y tu perduración: en habitar la tierra que Yavé juró a tus padres" (Dt 30, 19-20).

El sacrificio. La fidelidad es vida. La infidelidad a la alianza es muerte. Para mostrar esto, Dios quiso que la Alianza se sellara con el sacrificio de un animal. Lo hizo con Abraham (Gn 15, 9-10) y también con Moisés: Después de haber ofrecido sacrificios "Moisés tomó la mitad de la sangre y la echó en vasijas; la otra mitad la derramó sobre el altar. Tomó después el libro de la Alianza y lo leyó ante el pueblo, que respondió: 'obedeceremos y haremos todo cuanto dice Yavé'. Entonces, Moisés tomó la sangre, roció con ella al Pueblo y dijo: 'ésta es la sangre de la Alianza que Yavé ha hecho con vosotros, de acuerdo con todas estas palabras'" (Ex 24, 6-8).

El Banquete. Después del sacrificio de los animales, venía el banquete. Es una fiesta en la que se celebra la Alianza. Así sucede en las Bodas, cuando los esposos se casan, que se hace una Fiesta grande. También sucede en la Primera Comunión, que después de comulgar se tiene también una fiesta (comida, merienda o cena).

Jesús es el Sacerdote de la Nueva y definitiva Alianza. 


Jesús hizo un juramento. En la última Cena, el día antes de morir, Jesús reunió a sus discípulos para celebrar juntos la Nueva Alianza. En ese día hizo el juramento de que siempre iba a estar con ellos, que nos les abandonaría nunca, que se iba al Cielo para prepararnos un lugar, que allí donde estén dos discípulos reunidos en su nombre, allí estará Él en medio de ellos.

Jesús hizo el sacrificio de su muerte e instituyó la Eucaristía. Jesús murió el Viernes Santo, pero el día anterior anticipó su sacrificio convirtiendo el pan en su Cuerpo y el vino en su Sangre. Les ofreció a beber el cáliz de su sangre, diciéndoles: "bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados" (Mt 26, 28). (Fíjate bien que son las mismas palabras que pronunció Moisés en el Sinaí: Jesús está diciendo que su muerte en la Cruz es un sacrificio que se celebrará en la Eucaristía. Les dio poder a sus discípulos para que puedan celebrar la Eucaristía y convertir el pan y el vino, en su Cuerpo y su Sangre).

Jesús nos prepara un Banquete en el Cielo. Los cristianos ya no sacrificamos animales. El sacrificio cristiano es el de la Eucaristía, en el que recordamos la muerte de Cristo y pregustamos el Banquete eterno del Cielo. "Y yo os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de los Cielos" (Mt 24, 29).

Fórmulas de la Fe


7. ¿Por qué la Santa Cruz es la señal del cristiano?


La Santa Cruz es la señal del cristiano porque en ella murió Jesús por amor a los hombres para salvarlos.

8. ¿Quién nos transmite la Palabra de Dios?

La Iglesia nos transmite la Palabra de Dios a través de su vida y especialmente de la Biblia o Sagrada Escritura.

9. ¿Qué es el Credo o Símbolo de la fe?


El Credo o Símbolo de la Fe es la profesión de la fe cristiana, recibida de los Apóstoles.