martes, 14 de diciembre de 2010

SEMANA TERCERA DE DICIEMBRE. PADRES DE 3º. Sesión 29.

En esta tercera semana de diciembre, se trataría de enseñar a los niños una oración matutina mediante la que ofrezcan a Dios todas las obras que realicen en el día.

En este enlace encontraréis varias razones para enseñarles a los niños a rezar todas las mañanas y para que incorporen esa costumbre en sus vidas: el ofrecimiento de obras.

Y en este otro te sugerimos un truco para que se acuerden de rezarlo todas las mañanas: el truco de la zapatilla.

En el Catecismo de la Conferencia Episcopal Española se propone esta oración:

Comienza el día, Señor, Dios nuestro; 
Te suplicamos que tu amor llene nuestros corazones
para que nos ayudemos unos a otros.
Ý que todo lo que hoy hagamos sea una ofrenda a Ti.

 Sin embargo, puedes enseñarle también otras, como por ejemplo un ofrecimiento de obras muy difundido: Oh Señora mía, oh Madre mía...


La síntesis final para la sesión 29 de Jesús es el Señor es ésta:


EL ESPÍRITU SANTO NOS DA FUERZA PARA SER TESTIGOS DE JESÚS EN EL MUNDO.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Tercera Semana de diciembre: Padres. 6ª sesión

Estamos a unos pocos días de las fiestas de Navidad. Las ciudades se engalanan y llenan de luces, sin embargo no siempre se logra descubrir el sentido de estas fiestas. Quizá se pueden aprovechar los distintos símbolos y experiencias de estos días para enseñar a los hijos a descubrir y valorar ese sentido cristiano: Belén es un verdadera cátedra desde la que el Niño Dios imparte muchas e importantes lecciones.

La síntesis final de la 6ª sesión de Jesús es el Señor es ésta:

LA ALIANZA DE DIOS CON LOS HOMBRES DURARÁ SIEMPRE

Quizá se puede mostrar que en Jesucristo la eternidad de la Alianza es patente. Al haber asumido la naturaleza humana, en la persona de Cristo están unidas para siempre la Humanidad y la Divinidad. Dios encarnado es el mejor testimonio de la fidelidad de Dios a la Alianza así como de su perdurabilidad.

Crecemos en la vida de la fe: sesión 29 de "Jesús es el Señor"

El nombre de JESÚS significa: Dios salva.

El nombre de CRISTO significa el ungido. En la lengua de Jesús, el hebreo, esta palabra se decía así: Mesías. El Mesías, el Cristo, el Ungido es Jesús. Y por eso le llamamos también Jesucristo.

Ungir es untar con aceite. Para los antiguos el aceite tenía muchas utilidades:
El aceite se usaba para elaborar el pan

El aceite sirve para iluminar

Es un alimento sano
El aceite se usa para perfumar

El aceite es también medicina para el cuerpo
Los guerreros ungían sus cuerpos con aceite
















El aceite servia para la alimentación, condimentando muchos alimentos y usándose también para la elaboración del pan.

Servía para la iluminación de las casas y de las calles, cuando llegaba la noche y en general cuando reinaba la oscuridad.

Servía también para la medicina, pues algunas enfermedades del cuerpo se curaban mediante la unción de aceites o ungüentos.

Era muy preciado el aceite al que se añadían otras sustancias olorosas. Se conseguía así un perfume muy preciado para todo tipo de usos.


Los reyes y los sacerdotes solían emplear estos perfumes para conseguir un ambiente agradable al olfato. Los sacerdotes ungían los objetos de culto, pensando que eso sería agradable a Dios.

Los guerreros ungían sus cuerpos para ir a la guerra. Ese óleo les daba sensación de fuerza, pero sobre todo hacía que sus miembros fueran resbaladizos y eso era útil en el combate cuerpo a cuerpo.

El aceite producía una agradable sensación de alivio al tacto y al olfato.

Por todos esos motivos, los antiguos comenzaron a utilizar el óleo perfumado para ungir a los reyes, a los sacerdotes y a los profetas. Esa unción significaba que Dios estaría con ellos en el cumplimiento de su misión. El rey reinaría con el poder de Dios. El profeta hablaría la palabra de Dios. El sacerdote santificaría con la gracia de Dios.

Dios prometió que el Salvador sería el Mesías, es decir, un Rey descendiente de David, un Profeta que nos enseñaría el camino del Cielo y el Sumo Sacerdote de la Nueva Alianza. Jesús debería ser ungido por el Espíritu Santo y esa unción debería extenderse por todo su cuerpo, que es la Iglesia. Por eso los cristianos somos ungidos al recibir varios Sacramentos de la Iglesia: el Bautismo, la Unción de los Enfermos, el Sacerdocio y muy especialmente en el Sacramento de la Confirmación.

El Sacramento de la Confirmación nos confiere el mismo Espíritu de Cristo. Eso quiere decir que también nosotros somos OTROS CRISTOS, EL MISMO CRISTO. No sólo somos cristianos, sino que Cristo vive en nosotros por medio de sus Sacramentos. Este Sacramento es el segundo de los Sacramentos de la Iniciación cristiana, aunque por lo general se recibe después de la Eucaristía cuando se llega a la edad de la adolescencia.

El Obispo unge la frente del confirmando
Cuando un cristiano es confirmado al recibir el Sacramento de la Confirmación, el Espíritu Santo está en él de una manera nueva: este cristiano está preparado para ser luz del mundo -como una lámpara para guiar a los demás en el camino del cielo-; para ser testigo de Cristo y vencer las batallas de la fe -pues es un soldado de Cristo-; para ser el consuelo de Cristo para todas las personas que sufren, así como el aceite sana las enfermedades y alivia el dolor de las heridas; para ser el "buen olor de Cristo" mediante las buenas obras en un mundo en el que con frecuencia no se puede respirar por el hedor del pecado.



EJERCICIO PRÁCTICO Y SENCILLO

Ir a la cocina y traer un platito con unas gotas de aceite de oliva. Basta sólo unas gotitas. Después de haber explicado los distintos usos del aceite y su significado en el Sacramento, escoger a uno de los alumnos -el que se haya portado mejor- y untarle la cara con aceite. Su rostro se volverá resplandeciente: así hacen los actores en el teatro y en el cine, para salir a la escena y en la pantalla. 

FÓRMULAS DE LA FE


47. ¿Qué es el cielo?

El Cielo es la felicidad de la que gozan los hombres que están ya con Dios para siempre.

48. ¿Qué es el infierno?

El Infierno es el sufrimiento de los hombres que, después de la muerte, están separados de Dios para siempre. 



domingo, 12 de diciembre de 2010

Dios Padre nunca nos abandona: sesión 6ª de Jesús es el Señor

Ya explicamos en la anterior sesión que el pecado de Adán y Eva fue muy grave porque desobedecieron a Dios. Y Dios fue expulsado del Paraíso. Y el mundo se convirtió en un lugar triste y frío. Había sido un jardín maravilloso, pero ahora había entrada el mal en el mundo. El pecado era algo así como la mala hierba, una verdadera plaga que se extendía por la Tierra.

En el mundo hay:
Guerras y destrucción


Enfermedades





Hambre en muchas partes del mundo



Terremotos y desastres naturales

Violencia doméstica
¿Quién es el culpable de todo este mal? Hay personas que te intentarán engañar, diciéndote que el causante de todo este mal es Dios: si Dios fuese realmente bueno -te dirán- no habría nunca permitido que pasasen estas desgracias. Si Dios fuese bueno todas las cosas serían buenas.

Otros te dirán que Dios quiere todas estas desgracias porque mediante ellas nos castiga por nuestros pecados. Como somos pecadores -te dirán estos- Dios nos castiga y nos envía todos estos males, pero lo hace por nuestro bien.

No les escuches ni a unos ni a otros. Dios es bueno, "lento a la ira y rico en misericordia". Él nunca quiere el mal. Sin embargo, lo permite. ¿Por qué lo permite? Porque Dios nos ha hecho libres y respeta nuestra libertad. Así, cuando Adán y Eva le expulsaron del paraíso, Dios se fue porque respetó su libertad. Dios siempre respeta la libertad de los hombres. Siempre. Siempre. Que te quede esto claro. Dios nos ama y respeta siempre la libertad de sus hijos.

Dios Padre nos quiere tanto que ha enviado a su Hijo: tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo para que todo el que crea en Él se salve.

A Adán y a Eva les prometió que les enviaría un Salvador. Luego, a lo largo de los siglos Dios ha hablado a los Patriarcas y a los Profetas y les ha ido diciendo todo lo que necesitaban para la salvación. También a ellos les prometió la llegada del Mesías, Jesucristo.

Cuando el pueblo estaba en Egipto, esclavizado por el Faraón, Dios envió a Moisés para que lo sacara de allí y lo llevara por el desierto hasta la Tierra Prometida, al otro lado del Mar Rojo y del río Jordán. Esto es figura de lo que debe de hacer Jesús con nosotros. Nos libra del pecado y nos lleva hacia el Cielo.

La serpiente de bronce
Cuando el pueblo de Israel cruzaba el desierto protestaron contra Dios porque echaban de menos las comidas y comodidades de Egipto. Entraron en una zona que estaba infestada de serpientes venenosas y, como es lógico, muchos fueron mordidos por ellas. El Pueblo pensó que era Dios quien las había puesto allí para castigarles por sus lamentos y su falta de fe. En realidad, es más lógico pensar que las serpientes estaban allí, en el desierto, porque ése es su hábitat natural. El pueblo acudió a Moisés para que intercediera por él ante Dios. Y Dios escuchó a Moisés:

"Hazte una serpiente abrasadora y ponla sobre un mástil. Todo el que haya sido mordido y la mire, vivirá". (Nm 21, 8).

Hubiera sido quizá más fácil que Dios quitara de en medio las serpientes. Hubiera sido más fácil, pero no nos hubiera enseñado una lección muy importante. La serpiente de bronce es figura de la Cruz de Cristo. Cuando nosotros sufrimos las consecuencias de nuestros pecados y sentimos las tentaciones del diablo y las seducciones del mundo, bastará que miremos a Cristo en la Cruz y que invoquemos su protección. Nuestra salvación está en la fe en Jesucristo. Él no nos abandona nunca. Es el mejor amigo: ha dado su vida por nosotros, llegando a morir crucificado para la remisión de nuestros pecados.

Jesús nos explicó la parábola de la oveja perdida. Dios no abandona nunca a nadie y quiere que todos los hombres se salven. Así Jesús fue enviado por el Padre a buscar a los pecadores, como un pastor va a buscar a las ovejas que se han perdido por el monte. Y Jesús nos envía a nosotros para que amemos a nuestros hermanos los hombres y busquemos siempre su bien: rezando unos por otros y dándonos buenos consejos.

Nunca estamos solos. Un cristiano sabe que estando en gracia de Dios -es decir, siendo amigo de Dios y  evitando el pecado- Dios está en su corazón y, con Él, estamos unidos en comunión a todos los Santos y a los Ángeles, especialmente a santa María y a san José, los padres de Jesús.

FÓRMULAS DE LA FE


5. ¿Cómo aprendemos a vivir como cristianos?


Aprendemos a vivir como cristianos escuchando la Palabra de Dios, celebrando la Eucaristía y amándonos como Jesús nos enseñó.


6. ¿Dónde aprendemos a vivir como cristianos?


Aprendemos a vivir como cristianos unidos a toda la Iglesia, en la familia y en la catequesis, donde nos enseñan a conocer, amar e imitar a Jesús.