lunes, 24 de enero de 2011

Sesión 9: María, Madre de Jesús y Madre nuestra

Hay un solo Dios. En Dios hay tres Personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Este es el misterio de la Santísima Trinidad, es decir, una verdad tan grande que no puede entrar en nuestra cabeza. Es como el mar: aunque quisiéramos no podría entrar en un cubo, ni tampoco en una piscina... pues así ocurre con los misterios de Dios y nosotros. Es como el sol: tú no puedes mirarlo directamente, porque te quemaría. Habría demasiada luz para tus ojos. Pues nuestra inteligencia no puede comprender ese Misterio porque es también demasiado luminoso. Entendemos alguna cosa, pero es mucho más lo que no podemos comprender.

Dios es una familia: tres Personas divinas que se quieren tanto que son un solo Dios. El Padre es Dios. El Hijo es Dios. El Espíritu Santo también es Dios. Los tres son eternos. Nadie los hizo, ni hubo un antes ni un después. Los tres son Todopoderosos, es decir, lo pueden todo.

Dios nos ha creado para que un día también nosotros estemos en esa Familia. ¿Cómo puede ser eso? Pues Dios envió a su Hijo para que se hiciera hombre y para que los hombres nos convirtiéramos en Hijos de Dios.

Dios quiso que su Hijo naciera en una familia perfecta y que tuviera unos Padres muy buenos. Dios pensó en la Virgen María y en en san José para que fueran los papás de Jesús.

Todos los hombres tienen una madre. También Jesús nació de una madre, la Virgen María. Fíjate bien: como Jesús es Dios, la Virgen María es llamada con razón la Madre de Dios. Éste es otro misterio: cómo puede ser que una criatura humana pueda llegar a ser Madre de Dios, que es eterno. Bueno, la Virgen de María es la Madre de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad que se ha querido encarnar en las entrañas purísimas de la Virgen María.

¿Cómo fue esto? Pues Dios quiso pedirle permiso para comenzar a vivir en el vientre de su Madre. Le envió un arcángel llamado Gabriel para que le anunciara este misterio: "No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Éste será grande: se llamará Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará eternamente sobre la casa de Jacob y su reino no tendrá fin" (Lc 1, 30-33).

Después de haberle explicado cómo iba a suceder, María le respondió: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 38). Y así sucedió: Jesús estuvo en las entrañas de su Madre durante nueve meses.

Nosotros no hemos podido elegir a nuestras madres, puesto que hemos comenzado a existir sin que nadie nos haya pedido permiso. En cambio, Jesús sí pudo elegir a su Madre. Pudiendo elegir a su Madre es lógico que la eligiese muy buena y muy hermosa: la mejor Madre del mundo.

Así quiso que su Madre no tuviese ningún pecado desde el primer momento de su existencia: por eso a la Virgen María se la conoce también por el nombre de la Inmaculada Concepción, es decir, la que fue concebida desde el primer instante sin ninguna mancha de pecado.

Además, la Virgen María fue asunta al Cielo en cuerpo y alma sin experimentar la corrupción. Es lógico que Jesús quisiera llevársela al Cielo en seguida. De esta manera, Dios nos está diciendo que también nosotros al final de los tiempos resucitaremos de entre los muertos y seremos llevados al Cielo en cuerpo y alma. La Virgen María no ha de esperar hasta el fin de los tiempos, sino que ha sido llevada ya directamente al Cielo al acabar sus días en la Tierra.




Por último, cuando Jesús estaba colgado en la Cruz a punto de morir quiso darnos a María como Madre nuestra. Al Apóstol san Juan le dijo: - Hijo, aquí tienes a tu Madre. Y a la Virgen María: - Mujer, aquí tienes a tu hijo. María y Juan comprendieron que Jesús quería que nosotros tuviéramos a María como Madre nuestra. Gracias a ella nosotros podemos creer en Dios y también nuestra fe crece con ella. La Virgen María es nuestra Madre del Cielo y, por tanto, nos acompaña en el camino y nos ayuda, intercede por nosotros a Dios.

FÓRMULAS DE LA FE

13.  ¿Quién nos ha revelado el misterio de la Santísima Trinidad?

Jesús, el Hijo de Dios, es quien nos ha revelado este Misterio. Él nos enseña que Dios es amor y nos lo da a conocer.

14. ¿Por qué decimos que Dios es nuestro Padre?

Decimos que Dios es nuestro Padre, porque nos ha creado, cuida de nosotros y, llevado por su amor, quiere hacernos hijos suyos a imagen de su Hijo Jesucristo.

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