Todos los pueblos han tenido sus dioses. Los hombres han sido creados para vivir eternamente y por eso de manera natural buscan a Dios. Las religiones humanas son un intento de encontrar a Dios por parte de los pueblos.
Pero la religión cristiana es distinta. No es el cristiano quien busca a Dios, sino al revés. Es Dios quien busca a los hombres, para decirles los mucho que nos ama.
Ya hemos visto en la anterior sesión - Dios Padre nunca nos abandona- que el amor de Dios es más fuerte que la muerte y que el pecado. Nos perdonó que le hubiéramos echado fuera del Paraíso y prometió a Adán y a Eva que enviaría al Salvador.
Dios hizo una Alianza con Abraham, Isaac y Jacob, diciéndoles que enviaría a un Salvador y que a sus descendientes les iba a dar la Tierra Prometida. Más tarde envió a Moisés para que salvara a su pueblo de la esclavitud de Egipto. Dios cumplió su promesa y liberó a su Pueblo. Estuvieron cuarenta años en el desierto, porque allí Dios y su Pueblo podían conocerse mejor. Dios estaba con ellos continuamente. Ellos eran su Pueblo y Él era su Dios. El Dios de Israel es un Dios fiel, que siempre cumple sus promesas y que está siempre dispuesto a perdonar porque es rico en misericordia.
Dios es fiel porque es Amor. Dios ama con un amor infinito. Él nos ama siempre y está siempre dispuesto a perdonarnos.
Para que comprendamos qué significa ser fiel, Dios se presentó como el Esposo de su pueblo. Entre Dios e Israel se había establecido una Alianza, es decir, un pacto de amor como el que realizan los hombres y las mujeres que se casan. Cuando dos personas se casan, comienzan a vivir juntos.
Eso es lo que hizo Dios con nosotros. Cuando Jesús nació en Belén, comenzó a vivir con nosotros para siempre. Jesús es el Salvador, es decir, Dios con nosotros. Jesús vive en su Iglesia como un esposo vive con su esposa. El amor de Jesús por su Iglesia es fiel y nunca nos abandonará: después de morir en la Cruz, resucitó de entre los muertos y subió al Cielo en cuerpo y alma. Desde el Cielo nos envió al Espíritu Santo para que nos lleve hacia Él, que nos está esperando.
Así como Moisés llevó a los israelitas a través del desierto hacia la Tierra Prometida, así también el Espíritu Santo conduce a la Iglesia por el desierto de este mundo hacia el Cielo, en donde nos espera Jesús. Dios cumple siempre sus promesas.
Pero recuerda que el Cielo es sólo para los que quieren y cumplen los Mandamientos de la Ley de Dios. Dios es fiel, pero quiere que seamos fieles nosotros también.
La Alianza que hizo Dios con Moisés consistía en un juramento, un sacrificio y un banquete.
El juramento era la promesa de que Dios salvaría a su pueblo y le daría la posesión de la Tierra. "Yo invoco hoy por testigos a los cielos y a la tierra de que os he propuesto la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge la vida para que vivas, tú y tu descendencia, amando a Yavé, tu Dios, obedeciendo su voz y adhiriéndote a Él, porque en esto está tu vida y tu perduración: en habitar la tierra que Yavé juró a tus padres" (Dt 30, 19-20).
El sacrificio. La fidelidad es vida. La infidelidad a la alianza es muerte. Para mostrar esto, Dios quiso que la Alianza se sellara con el sacrificio de un animal. Lo hizo con Abraham (Gn 15, 9-10) y también con Moisés: Después de haber ofrecido sacrificios "Moisés tomó la mitad de la sangre y la echó en vasijas; la otra mitad la derramó sobre el altar. Tomó después el libro de la Alianza y lo leyó ante el pueblo, que respondió: 'obedeceremos y haremos todo cuanto dice Yavé'. Entonces, Moisés tomó la sangre, roció con ella al Pueblo y dijo: 'ésta es la sangre de la Alianza que Yavé ha hecho con vosotros, de acuerdo con todas estas palabras'" (Ex 24, 6-8).
El Banquete. Después del sacrificio de los animales, venía el banquete. Es una fiesta en la que se celebra la Alianza. Así sucede en las Bodas, cuando los esposos se casan, que se hace una Fiesta grande. También sucede en la Primera Comunión, que después de comulgar se tiene también una fiesta (comida, merienda o cena).
Jesús es el Sacerdote de la Nueva y definitiva Alianza.
Jesús hizo un juramento. En la última Cena, el día antes de morir, Jesús reunió a sus discípulos para celebrar juntos la Nueva Alianza. En ese día hizo el juramento de que siempre iba a estar con ellos, que nos les abandonaría nunca, que se iba al Cielo para prepararnos un lugar, que allí donde estén dos discípulos reunidos en su nombre, allí estará Él en medio de ellos.
Jesús hizo el sacrificio de su muerte e instituyó la Eucaristía. Jesús murió el Viernes Santo, pero el día anterior anticipó su sacrificio convirtiendo el pan en su Cuerpo y el vino en su Sangre. Les ofreció a beber el cáliz de su sangre, diciéndoles: "bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados" (Mt 26, 28). (Fíjate bien que son las mismas palabras que pronunció Moisés en el Sinaí: Jesús está diciendo que su muerte en la Cruz es un sacrificio que se celebrará en la Eucaristía. Les dio poder a sus discípulos para que puedan celebrar la Eucaristía y convertir el pan y el vino, en su Cuerpo y su Sangre).
Jesús nos prepara un Banquete en el Cielo. Los cristianos ya no sacrificamos animales. El sacrificio cristiano es el de la Eucaristía, en el que recordamos la muerte de Cristo y pregustamos el Banquete eterno del Cielo. "Y yo os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de los Cielos" (Mt 24, 29).
Fórmulas de la Fe
7. ¿Por qué la Santa Cruz es la señal del cristiano?
La Santa Cruz es la señal del cristiano porque en ella murió Jesús por amor a los hombres para salvarlos.
8. ¿Quién nos transmite la Palabra de Dios?
La Iglesia nos transmite la Palabra de Dios a través de su vida y especialmente de la Biblia o Sagrada Escritura.
9. ¿Qué es el Credo o Símbolo de la fe?
El Credo o Símbolo de la Fe es la profesión de la fe cristiana, recibida de los Apóstoles.
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