miércoles, 2 de marzo de 2011

Sesión 14: Jesús nos trae el Reino de Dios.

Cuando el arcángel san Gabriel anunció a María que iba a ser Madre de Jesús, le dijo que Él "se llamará Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará eternamente sobre la casa de Jacob y su reino no tendrá fin" (Lc 1, 32-33). Jesús es Rey. 


Sin embargo, los judíos esperaban que el Mesías fuese un rey como lo fue el rey David: un monarca que diese independencia al pueblo judío que estaba siendo dominado por el emperador romano; un soberano poderoso, que llegase a dominar a todas las naciones con su ejército invencible. 


Jesús es Rey, pero su reino no es de este mundo. Él nos trae el Reino de Dios, que viene del cielo y no pertenece a la tierra. Esto es lo que les enseñó a rezar a sus discípulos en el Padrenuestro: "venga a nosotros tu reino". Este reino no se puede conquistar por la violencia ni conseguirlo con dinero. El reino de Cristo es un regalo, una gracia: es gratuito. 


¿Y quiénes son los súbditos de este Rey, los ciudadanos de este reino? Los que se bautizan y creen en el Evangelio. 


Los fieles son los creyentes, es decir, los que han sido bautizados y tienen fe en Jesucristo. El reino de Dios está dentro de ellos. Dios habita en sus corazones mientras viven en gracia, es decir, mientras no le expulsan mediante un acto mortal. Y en ese estado de gracia son libres de las asechanzas del demonio, del miedo a la muerte y de la esclavitud del pecado. Nadie les puede vencer: porque lo más que les puede pasar es que les quiten la vida y para los creyentes el martirio es una gloria, el honor de compartir la misma muerte que Jesucristo. 

semillas de mostaza
El reino de Dios y el reino de los cielos son el mismo. Esto significa que comenzamos a vivir en la Tierra lo que tendremos durante toda la eternidad: la comunión amorosa con Dios y con los demás. Jesús no nos habla de cosas del “más allá”, porque el reino de los cielos comienza a vivirse en el momento en que se cree en Jesús. No podemos vivir aquí en la tierra como si el Cielo consistiera en una realidad muy lejana, allá al final de los tiempos. No, Jesús nos enseñó que el Reino de Dios está dentro de nosotros, ahora, y que debemos vivir con la dignidad de los hijos de Dios.


Para que entendiéramos cómo es el Reino de Dios, Jesús empleó muchas parábolas. Ahora te recordaré algunas.


El Reino de Dios es como la semilla más pequeña:


El árbol de la mostaza
"Es semejante el reino de los cielos a un grano de mostaza que toma uno y lo siembra en su campo; y con ser la más pequeña de todas las semillas, cuando ha crecido es la más grande de todas las hortalizas y llega a hacerse un árbol, de suerte que las aves del cielo vienen a anidar en sus ramas" (Mt, 13, 31-32).


¿Qué quiere decir esta parábola? Pues que la fe está dentro de nosotros como una semilla. Si la dejamos crecer será grande como un árbol. La vida cristiana está llamada a crecer en nuestro corazón, de manera que los demás se encontrarán a gusto con nosotros. Nuestra fe servirá de alimento a otras personas. 


En otra ocasión, Jesús aseguró a sus discípulos que " si fuera vuestra fe como un grano de mostaza, le diríais a aquella montaña que viniera aquí, y vendría. Nada os sería imposible" (Mt 17, 14-20). 


¿Qué significa eso? Que por lo general nos falta mucha fe. Que si solo tuviéramos un poquito de fe, nuestra vida se transformaría... y tendría también el poder de transformar las vidas de los demás. 


pan crujiente: del trigo sale la harina
Pues el Reino de Dios "es semejante al fermento que una mujer toma y lo pone en tres medidas de harina hasta que todo fermenta" (Mt 13, 33). Tú eres el fermento y tu familia, tus amigos, tus compañeros, son la masa de harina. Si tienes fe, tu vida será fermento en la masa. ¿Qué hace el fermento? Antes, la harina no tenía sabor ni cohesión sino fuera por la levadura o fermento: gracias a él, tenemos un pan crujiente y apetecible. Parece mentira que de los granos de trigo pueda salir algo tan rico y apetitoso como es el pan recién sacado del horno. Eso es lo que hace Jesús cuando comulgamos su Cuerpo, en la Eucaristía: es el fermento que nos transforma en rico pan para los demás. 


Fórmulas de la Fe


25. ¿Quién es la Virgen María?


La Virgen María es la Madre de Jesús y Madre nuestra, concebida sin pecado original, que está en el Cielo en cuerpo y alma.


26. ¿Por qué decimos que la Virgen María es Madre de los cristianos?


Porque la Virgen María ayuda a todos los cristianos y pide por ellos a Jesús, su Hijo.


27. ¿Por qué llamamos Maestro a Jesús?


Llamamos Maestro a Jesús, porque Él nos enseña a amar a Dios y al prójimo.

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