martes, 12 de abril de 2011

Sesión 40: Damos gracias al Padre por la entrega de Jesús

Eucaristía es una palabra griega que significa acción de gracias. 


La Misa es la fiesta en la que celebramos la Eucaristía. 


La noche antes de morir, el Jueves Santo, Jesús quiso celebrar la Eucaristía junto con sus discípulos. Al día siguiente moriría por nosotros en la Cruz. Judas le entregaría a los sumos sacerdotes por treinta monedas de plata. Pedro le negaría tres veces. La mayoría de sus discípulos le abandonarían. Si esto es así: ¿de qué daba gracias a Dios? Era un momento muy duro, en el que cargaría con el peso de los pecados de todos los hombres. 


Para que lo entiendas mejor te voy a poner un ejemplo. Todos sabemos lo que es un virus. Un microorganismo que infecta el cuerpo y que se contagia con mucha facilidad. Cuando en una ciudad entra un virus, las autoridades ponen en cuarentena a los infectados para que no puedan contagiar a nadie. A veces eso no es posible y entonces el virus se extiende por la población produciendo la muerte de muchas personas. 


En esas situaciones, todos los científicos se esfuerzan en encontrar un antídoto, es decir, una medicina que se pueda suministrar para curar a los infectados o bien una vacuna, que se administra a los sanos para evitar que se contagien. En el momento en que uno descubre el antídoto o la vacuna, todo el mundo es feliz, celebran una fiesta y agradecen al descubridor de la medicina todo el bien que ha hecho por la comunidad. 


Pues Jesús, durante la Última Cena del Jueves Santo, dio gracias a Dios porque nos iba a entregar el antídoto para curar los pecados de los hombres, de manera que la muerte ya no tuviese poder sobre nosotros. La Cruz es la señal del cristiano. De ella nos vienen todos los bienes para los hombres. En la Cruz, Jesús venció las fuerzas del mal que hay en el mundo y nos abrió las puertas del Cielo. Del costado abierto de Jesús, salió sangre y agua, que son el símbolo de los sacramentos de la Nueva Alianza. 


En la Eucaristía nosotros -junto al Sacerdote- celebramos la renovación incruenta (sin derramamiento de sangre) del sacrificio de la Cruz, que se hace presente sobre el altar y en el que recibimos el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo que se entrega a nosotros realmente bajo las especies eucarísticas (el pan y el vino). Jesús daba gracias al Padre por habernos regalado este don maravilloso: los sacramentos del Orden, del Bautismo y de la Eucaristía. Por el Sacramento del Orden, los discípulos de Jesús que lo reciben pueden celebrar con su poder el sacrificio de la Misa; por el sacramento del Bautismo, los fieles pueden ofrecer sus cuerpos a Dios como ofrenda agradable y por la Eucaristía todos se unen a la acción de gracias que Jesucristo ofrece a su Padre Dios eternamente. 


La Eucaristía es el sacramento mediante el que nosotros podemos convertir todas las situaciones negativas y dolorosas en sacrificios agradables a Dios y, por lo tanto, en realidades buenas y santificables. La Cruz, de ser un instrumento horrible de tortura, se convirtió, gracias a la Eucaristía, en camino de salvación: "el que quiera ser mi discípulo que tome su cruz de cada día y me siga", dijo el Señor. La Eucaristía es el Sacramento en el que damos gracias a Dios por habernos dado la fuerza de tomar cada día la santa Cruz y seguirlo. 


No celebramos la Eucaristía únicamente cuando las cosas nos salen bien, sino que siempre y en todos lugares debemos agradecer a Dios este regalo maravilloso. 


En la Plegaria Eucarística el sacerdote repite las mismas palabras y los mismos gestos que hizo Jesús en la Última Cena:

  • Bendice las ofrendas del pan y del vino y da gracias a Dios Padre porque el Espíritu Santo las transformará en su Cuerpo y su Sangre: esa conversión eucarística es el símbolo perfecto de la transformación de los fieles, pues también ellos en la Eucaristía se convierten en el Cuerpo de Cristo, son otros Cristos, el mismo Cristo. En el sacramento de la Eucaristía nuestros corazones de piedra se convierten en corazones de carne, capaces de amar con el Amor de Cristo. 
  • Ofrece su Cuerpo y su Sangre para que los discípulos lo coman y la beban. "Tomad y comed...", "Tomad y bebed..."
  • De esta manera cumplen lo que el mismo Jesús les encomendó: "haced esto en conmemoración mía". 
  • Reza por toda la Iglesia: por el Papa, los Obispos; también por los vivos y los difuntos.
Al terminar la Plegaria eucarística, el sacerdote eleva el cáliz y la patena mientras dice en alta voz (o cantando): "Por Cristo, con Él y en Él a Ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos". Todos respondemos al unísono: "Amén". 

Fórmulas de la Fe

75. ¿Qué nos enseñan los Diez Mandamientos?

Los Diez Mandamientos nos enseñan el camino para llegar a Dios y así ser felices y hacer felices a los demás. 

76. ¿Qué nos enseño Jesús sobre los Mandamientos?

Jesús nos enseñó a no separar nunca el amor a Dios del amor a nuestros hermanos.

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